Sitges 2006 39º Festival Internacional de Cinema de Catalunya
por Jordi Codó
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El año que viene el festival de Sitges (o Festival Internacional de Cinema de Catalunya) cumplirá cuarenta años. Y lo hará plenamente consolidado como uno de los festivales de cine fantástico más importantes del mundo (entre los tres primeros le sitúan algunos). Su éxito, y eso es lo más importante, no es fruto del glamour de los grandes nombres. De hecho, este año se había invitado a David Lynch a presentar su nueva película. El director americano tenía que ser la estrella, hasta el punto de que el cartel para esta edición 2006 se confeccionó pensando en su obra (la oreja cercenada quería recordar la presentación, veinte años atrás, en Sitges, de “Blue Velvet”). Al final Lynch dio plantón al festival (con una simple carta pidiendo disculpas, que fue leída en público, como compensación), pero no ha pasado nada. No se ha visto este hecho como un desastre, ya que, como digo, el festival no vive de los nombres, sino de la fidelización de su público.
Aquellas personas que años tras año, fielmente, asisten a las sesiones de cine que la bonita localidad de Sitges les ofrece, lo hacen atraídos principalmente por dos razones: la primera, el interés por el género, ese híbrido mezcla de terror i fantástico, pero también de misterio, acción y productos experimentales; el segundo motivo, y a mi entender el más importante, es que se les abre las puertas a un mundo nuevo, descubriéndoles formas de entender el cine y entender el mundo, que difícilmente podrán encontrar en otro sitio. Sitges es un refugio para quienes están hartos de la cultura mainstream que inunda nuestros centros comerciales y de ocio, y para quienes sienten que el cine ya los les sorprende ni emociona. De ahí su apuesta, desde hace algunos años, por el cine asiático, de ahí sus sesiones “Midnight X-Treme” con los productos más “trash” que uno pueda imaginar. Cine habitualmente minoritario, pero que en Sitges es la verdadera estrella.
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Apertura
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Guillermo Del Toro estuvo en Sitges con su último filme, "El Laberinto del Fauno". |
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El festival ya comenzó bien inaugurándose con el último filme del director mejicano Guillermo Del Toro, “El Laberinto del Fauno”. En esta producción mejicano-española, que recibió grandes elogios, Del Toro se adentra en terrenos ya transitados por él mismo, ya que al igual que en “El Espinazo del Diablo”, vuelve a proyectar las estructuras del cuento de terror con el trasfondo de la guerra civil española. Ofelia es una niña que busca evadirse de su dura realidad cotidiana entrando en un mundo de fantasía custodiado por el Fauno, un ser mitológico. Este le propondrá pasar tres pruebas, que una vez superadas les permitirán convertirse en una princesa. La rica imaginería visual del director es lo más atractivo de una película que quiere ser una alegoría sobre el fascismo, “el horror último, el más grande”, según palabras del propio Del Toro. Se nutre del imaginario de los cuentos infantiles, pero su oscuridad y violencia no la hacen apta para todos los públicos..
Secció Oficial Fantàstic
La sección oficial Fantàstic, que da sentido al festival, ha tenido una alta calidad media este año. Habría que destacar un hecho curioso, y es que las dos películas triunfadoras en el reparto de premios, “Requiem” y "Rohtenburg" ("Grimm Love Story"), además de ser ambas alemanas, están las dos basadas en hechos reales, lo cual en un festival dedicado al cine fantástico no deja de ser paradójico. Àngel Sala, director del festival, ha declarado que “la decisión del jurado demuestra que el cine fantástico ya es adulto, y que se permite invadir parcelas que antes estabas delimitadas a la realidad”.
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"Requiem", Gran Premio. |
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El anuncio de la mejor película, “Requiem”, fue recibido entre algunos silbidos. Esta película dirigida por Hans-Christian Schmid, narra unos sucesos del año 1976 que escandalizaron a la población alemana, en que una niña epiléptica fue sometida a un exorcismo hasta que murió por la desnutrición y el agotamiento. Schmid filma la historia como si de un documental se tratara, confiriéndole una gran fuerza por su aspecto realista. Sandra Hüller se llevó también el premio a la mejor actriz, como ya había hecho en la Berlinale.
Pero si una película ha levantado gran cantidad de comentarios, esta ha sido “Rohtenburg”, que junto al premio de mejor director para Martin Weisz, recibió también el de mejor interpretación masculina para sus dos protagonistas i el de mejor fotografía. La dureza de esta historia sobre el llamado “caníbal de Rohtenburg”, que hace cinco años mutiló, asesinó y devoró a un hombre después de haber llegado a un acuerdo con él a través de Internet, ha sido de lo más impactante que se ha visto. Se la recordará, también, por haber provocado algunos vómitos y desmayos durante la proyección.
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"Rohtenburg" le valió a Martin Weisz el premio al Mejor Realizador y el de Mejor Interpretación Masculina (ex-aequo para los dos protagonistas). |
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En una línea similar estuvo también “Taxidermia”. Extraña y extrema producción húngara, con la que su director, György Pálfi, hace un repaso a la historia de su país a través de la vida de tres generaciones: el abuelo fue soldado durante la Segunda Guerra mundial, el padre, un campeón mundial de engullir comida, i el nieto, un taxidermista. Llena de imaginación e impresionantes imágenes, es también una película para estómagos duros.
Otro título que destaca es el de “La Science des Rêves”, lo último de Michel Gondry. Ganadora del Premio del Público, que se concede por votación popular de los asistentes, resulta un agradable entretenimiento, lejos de las sordideces de las que he hablado hasta ahora. Como suele ser habitual en el director, aquí lo real y lo irreal (un programa de televisión que se emite dentro de la mente del protagonista) se mezclan. Sin la participación, esta vez, del guionista Charlie Kaufman, Gondry realiza su obra más personal, desbordante en colores y emociones visuales, a través de las que pretende narrar una poco convencional historia de amor.
Otros filmes premiados han sido: “Homecoming”, de la serie de relatos de terror “Masters of Horror”, dirigida por Joe Dante, y que recibió el premio al mejor guión (salvando así el honor de las producciones estadounidenses) por una historia de zombis, combatientes muertos en Irak, que reviven con la intención de votar en una elecciones (ya podéis imaginar por quien o, mejor dicho, contra quién); “Brick”, por la cual Rian Johnson mereció el premio al mejor director revelación, no narra una historia fantástica, sino que se trata de una original cinta de cine negro, con la particularidad de que sus estilemas han sido aplicados a un instituto y los protagonistas son chicos y chicas estudiantes de este.
Por lo que al cine asiático respecta, había cuatro representantes: “Big Bang Love, Juvenile A”, del incombustible Takashi Miike; “Exiled”, de Johnnie To; la esperada “The Host”, de Bong Joon-ho; y la también coreana “Time”, de Kim Ki-duk. La primera es una discutible obra de Miike, quien parece tener la necesidad, dentro de su frenética carrera, de distraerse de cuando en cuando y realizar algún experimento de dirección confusa. Se trata de un drama carcelario concebido parcialmente como una obra kabuki (por lo teatral de sus escenarios y la viveza de los colores), terriblemente hermética en sus digresiones sobre la vida y la muerte. Abstracta y sugerente, resulta interesante por su particularidad, pero también muy difícil de ver.
Si Miike resultó pesada para los espectadores, todo lo contrario fue el caso de “Exiled”, que encandiló y se llevó la mayor de la ovaciones que yo pude constatar a lo largo del festival (eso sí, entre una audiencia ya entregada desde el comienzo). Johnnie To realiza una de sus típicas historias de gángsteres, sobre el compañerismo que se establece entre ellos y sus códigos de honor. La película, amante del mito, es muy elegante. Además, se concentra en las relaciones entre los personajes antes que en la acción, lo cual la distingue del grueso de las de su género. Se ganó el premio a la mejor película otorgado por el jurado Carnet Jove, formado por jóvenes críticos.
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"Big Bang Love, Juvenile A", de Miike Takashi. |
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“The Host” y “Time” ya han sido comentados en Cinedie, de manera que no me extenderé mucho. Tan solo decir respecto a la exitosa película de Boon Joon-ho, que era uno de los títulos más publicitados y, por tanto, más esperados del festival. Mi impresión es que el público la recibió con cierta frialdad teniendo en cuenta estos precedentes. Quizás la originalidad de la película –que personalmente me encanta– sorprendió a más de uno, que pudo considerar aquello como una rareza exótica, diferente a las expectativas que se habría creado. De todos modos, la crítica especializada la ha recibido con entusiasmo. De hecho, además del premio a los mejores efectos especiales se llevó el premio al mejor filme en la categoría de mejor producción asiática.
Respecto a Kim Ki-duk –que esta vez no se llevó nada–, diré que discrepo de mi amigo Luis Canau, y la considero una muy buena película. Tal vez Kim fuerce un poco demasiado la historia en la parte final, pero eso no deja de ser parte de su estilo, como la poca verosimilitud de aquello que explica, pero que está cargado de sugerencias y de una extraña belleza surgida de lo siniestro.
Orient Express
El cine asiático, como siempre, tuvo su predominante lugar más allá de las películas presentadas en la selección oficial. El Orient Express nos trajo este año la habitual ración de cine de fantasmas, musicales de Bollywood y estrenos de algunos autores de culto.
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Retribution", lo último de Kurosawa Kiyoshi, con Yakusho Koji. El realizador estuvo en Sitges, donde recibió el premio Máquina del Tiempo por su carrera. |
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Lo más interesante de todo, quizás, la retrospectiva dedicada al japonés Kiyoshi Kurosawa, con siete de sus títulos, incluido el último que de momento ha dirigido, “Retribution”. Estén mejor o peor acabados (por ejemplo, “Loft”, que dirigió el año pasado, comienza sensacionalmente pero en la parte final hace aguas víctima de sus propias pretensiones; algo parecido, aunque en menor medida le sucede a “Retribution”), los filmes de Kurosawa representan un espacio de originalidad e inteligencia, ya que Kurosawa no busca simplemente el impacto terrorífico sino construir un discurso sobre la realidad y la vida a través de elementos fantástico-terroríficos. Una imagen que observé en “Retribution” me parece representativa de cómo el director nipón nada a contracorriente (y eso, en un género que parece anquilosado después de “Ringu”, con réplicas del fantasma de Sadako en cada esquina, se agradece): hay un momento en el que el protagonista, un policía, está buscando pistas en un descampado. Se encuentra él solo. Le vemos agacharse y rebuscar entre los charcos de agua, moverse de acá para allá. De repente, un plano de una posición a lo lejos. Una mujer de tez blanquísima y un vestido de color rojo chillón está de pie y observando. Se trata de una aparición. Normalmente una imagen como esta habría venido acompañada de un estridente y/o contundente golpe musical. Pero Kurosawa hace todo lo contrario: elimina el sonido por completo. Ni siquiera mantiene el silencioso sonido ambiente. El efecto es estremecedor, pero de un modo muy distinto al habitual. Menos efectista.
Nada que ver con películas tan vulgares como la tailandesa (aunque dirigida por un británico) “Ghost of Mae Nak”, o la taiwanesa “The Heirloom”. Cintas entretenidas, pero demasiado previsibles. Aunque superiores a la muy fallida “Re-Cycle” de los Pang Brothers (autores de “The Eye”), que terminó siendo silbada por el público a pesar de que al inicio el nombre de los directores durante los créditos fue recibido con aplausos. Intentando ser originales, o hacer un “más grande todavía”, los Pang inician su película como si de una típica historia de fantasmas-en-un-apartamento se tratara, para terminar conduciéndola por los caminos de la aventura fantástica, todo ello sin una explicación clara por culpa de un guión confuso de principio a fin.
Fuera del registro terrorífico encontramos propuestas interesantes como “Dog Bite Dog”, sobre la persecución policial de un amoral asesino por los rincones más degradados de Hong Kong. Lástima que al final la narración se alarga demasiado y añadiendo un desarrollo de la situación así como una conclusión a mi entender innecesarias.
Johhnie To estuvo también presente con su secuela “Election 2”, que cosechó tanto o más reconocimiento que la primera parte. Compleja por el amasijo de personajes y situaciones en las que estos se enfrentan (aquí todo son encontronazos, no hay lugar para la relajación), pero sin cargar demasiado las tintas, haciendo de la contención un valor añadido al de su predecesora.
Anima't
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Kon Satoshi, apresentou o seu novo filme, "Paprika", em Sitges. |
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La sección de animación estuvo totalmente colonizada por el anime japonés (cinco de los seis filmes lo eran). “The Girl Who Leapt Through Time”, una producción de Madhouse, ganó el premio a la mejor película, y “The Book of the Dead”, una arriesgada propuesta realizada con marionetas, recibió una mención especial del jurado.
Además, Mamoru Oshii presentó “Tachigui: The Amazing Lives of the Fast Food Grifters”, un falso documental que despertó admiración por su innovador sistema de animación llamado superlivemation, creado por su director para la ocasión: en primer lugar se realizan instantáneas con actores de carne y hueso, después estas son tratadas digitalmente y reconstituidas en un engañosamente simple recorte de papel. El resultado es algo parecido al stop-motion.
Otro maestro que presentaba nueva película era Satoshi Kon. “Paprika”, también una producción de Madhouse, trata de un psiquiatra que ha desarrollado una máquina que le permite introducirse en los sueños de sus pacientes. Como en la película de Gondry, la realidad y los pensamientos se mezclan en una desbordante fantasía visual que, como suele ser habitual, también tiene una trama muy compleja.
Cito aquí también una producción de animación francesa que no se encontraba dentro de esta sección. “Renaissance”, de ambientación futurista, con una estética que remite a “Sin City” y una historia interesante aunque en conjunto no demasiado original, sobre un policía que debe investigar la misteriosa desaparición de una científica, para lo cual debe introducirse en el submundo parisino del 2054.
Miscelánea
La cosa no terminó aquí, por supuesto. Sitges se destaca precisamente por su basta y variada oferta. Ahí estaban las secciones “Noves visions”, “Secció Oficial Méliès”, “Midnight X-Treme”, “Seven Chances”, “Catalan Focus”, “Brigadoon”, la maratón de “Masters of Horror” y las retrospectivas de Alejandro Jodorowsky, David Lynch y Richard Stanley. Todo ello con el denominador común de lo fantástico, lo terrorífico, lo extraño, lo extremo, lo marginal, lo apasionante… Un conjunto de joyas y basura, según el paladar, que aporta al festival toda su riqueza.
A parte, la sección “Premiere”, la más freak del certamen, puesto que incluye las propuestas más comerciales, para un público más generalista. Entre ellas estaba la última de Woody Allen, “Scoop”, que tuvo su público, pero de la que no se ha hablado demasiado en Sitges. Entre lo mejor, “A Scanner Darkly”, en la que Richard Linklater adapta a Phillip K. Dick con la técnica rotoscópica que ya utilizó en “Waking Life”. Y “The Fountain”, lo nuevo de Darren Aronofsky, que fascinó a un público que entró con escepticismo, con la extraordinaria historia de la búsqueda del Árbol de la Vida desde la España del siglo XVI hasta el profundo espacio del siglo XXVI.
Indicar por último que se entregó a Paul Verhoeven el Gran Premio Honorífico, y que también recibieron un reconocimiento a su carrera, en forma del premio Máquina del Tiempo, Alejandro Amenábar, Kiyoshi Kurosawa, Alejandro Jodorowsky y Howard Berger; y que aunque David Lynch no se presentó, sí que lo hicieron, Guillermo del Toro, Joe Dante, Terry Gilliam, Paul Verhoeven, Darren Aronofsky, Brad Anderson, Kiyoshi Kurosawa o Satoshi Kon.
El año que viene, la edición número 40, con homenaje especial a uno de los clásicos del género: “Blade Runner”.
Imágenes subministradas por el servicio de prensa del festival.
29/10/06
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